Por Candice Eaton Gaul 
Líder Global de Diversidad e Inclusión, RSM International 

La inclusión tiene importantes beneficios en los negocios, desde una mejor toma de decisiones en la junta directiva, hasta una mayor productividad de los empleados. En entornos verdaderamente inclusivos, las personas se sienten cómodas al cuestionar el statu quo, además, se promueve la libertad de los individuos para expresar sus opiniones y objetar los paradigmas existentes.

En esencia, la inclusión implica la creación de una cultura en la que cada individuo se sienta valorado, respetado y capacitado para contribuir de manera significativa. Los lugares de trabajo inclusivos van más allá de la tolerancia; cultivan activamente un entorno donde las diversas perspectivas son bienvenidas y adoptadas como catalizadores del crecimiento y la innovación.

Al contar con una fuerza laboral donde todos los colaboradores se sienten cómodos para expresarse, las empresas se benefician de una rica reserva de ideas y conocimientos que impulsan el crecimiento y el éxito sostenible. La verdadera inclusión también es una parte central para establecer un sentido de pertenencia, que dentro de la cultura laboral puede fomentar la moral y la lealtad entre los empleados, lo que lleva a mayores tasas de retención y resiliencia organizacional en general.

La inclusión es una práctica que se convierte en una mentalidad. Requiere un esfuerzo concertado para identificar y abordar las barreras sistémicas a la inclusión, así como un compromiso con iniciativas continuas de educación y sensibilización. Al incorporar acciones inclusivas en las operaciones cotidianas y los procesos de toma de decisiones, las organizaciones pueden crear una cultura donde se celebre la diversidad y cada individuo esté empoderado para prosperar.

Para establecer una práctica de inclusión efectiva, en la que cada persona desempeñe un papel en la configuración de una cultura de pertenencia y respeto, existen diferentes comportamientos que marcan la pauta desde los niveles más altos:

 1. Liderar con el ejemplo 

El liderazgo marca la pauta para la inclusión dentro de una organización. Al buscar activamente comentarios y perspectivas diversas en reuniones y debates, los líderes demuestran un compromiso de valorar las contribuciones de cada individuo e invitar a comentarios y participación. Este enfoque no sólo fomenta una cultura de apertura y colaboración, sino que también anima a otros a seguir su ejemplo.

 2. Modelar un comportamiento inclusivo 

Al tomar medidas para defender al talento diverso y sirviendo como aliado de los grupos subrepresentados, se modela un comportamiento inclusivo que apoya activamente las voces minoritarias, así los líderes crean un entorno en el que todos se sienten capacitados para prosperar.

 3. Fomentar la participación y el reconocimiento 

Los entornos inclusivos priorizan la participación, la discusión y la exploración de perspectivas contrarias. Los líderes deben fomentar activamente tales comportamientos y reconocer a las personas que encarnan los principios de inclusión. Al recompensar las prácticas inclusivas, las organizaciones refuerzan el valor de la diversidad y crean normas donde se fomenta y se espera la inclusión.

 4. Celebrando la diversidad 

La diversidad se celebra cuando se abrazan las fortalezas y perspectivas únicas que las personas de diferentes orígenes aportan al entorno empresarial. Fomentando una cultura de inclusión, las organizaciones pueden desbloquear más caminos hacia la innovación y la creatividad al aprovechar la variedad de pensamiento y experiencia.

 5. Desafiar el statu quo 

La verdadera inclusión requiere un compromiso para identificar y abordar las barreras que pueden obstaculizarla dentro de una organización. Para garantizar la justicia y la equidad para todos, los líderes deben considerar desafiar el statu quo examinando de manera proactiva los procesos y sistemas existentes, así como las subculturas y sistemas informales que tienden a surgir con el tiempo. Al abordar las brechas en el reconocimiento y la recompensa, las organizaciones pueden crear un lugar de trabajo más equitativo.

La creación de una cultura de inclusión inspiradora comienza cuando cada integrante de la Firma decide encarnar los valores de esta, generando un impacto positivo en la calidad de las decisiones, así como en el desempeño financiero y no financiero de una organización.