Las empresas deben hacer 3 cosas bien para sobrevivir en el competitivo mundo moderno:

  1. Mantener una oferta de productos y servicios que satisfagan necesidades relevantes.

  2. Optimizar sus procesos de negocio.

  3. Gestionar (o administrar) los riesgos. 

La Brújula del Éxito: Gestión de Riesgos Corporativos como Pilar Estratégico

En el dinámico y a menudo turbulento entorno empresarial actual, la capacidad de una organización para anticipar, comprender y responder a los riesgos es un diferenciador clave entre el éxito sostenible y el fracaso. La gestión o administración de riesgos corporativos (GRC) ha dejado de ser una simple función de cumplimiento para convertirse en un componente integral de la estrategia y la toma de decisiones. Adoptar un enfoque proactivo, guiado por estándares como la norma ISO 31000, permite a las empresas no solo proteger su valor, sino también crearlo, transformando la incertidumbre en una ventaja competitiva.


Conocer donde está parado: El Contexto es Rey

El punto de partida fundamental para una gestión de riesgos eficaz es un conocimiento profundo del negocio y su contexto. La norma ISO 31000 subraya la importancia de "establecer el contexto" como el primer paso del proceso. Esto implica una doble mirada: hacia adentro y hacia afuera.

Contexto Interno: Comprender la cultura organizacional, los procesos clave, los recursos disponibles, las capacidades tecnológicas y los objetivos estratégicos es vital. ¿Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades operativas? ¿Qué apetito al riesgo tiene la dirección? Sin este autodiagnóstico, cualquier intento de identificar riesgos será como navegar sin una carta de navegación. Conocer a fondo la propia organización permite identificar vulnerabilidades que podrían no ser obvias a primera vista.

Contexto Externo: Ninguna empresa es una isla. Es crucial analizar el entorno político, económico, social, tecnológico, ambiental y legal (PESTAL) en el que se opera. ¿Cómo pueden afectarnos los cambios en la regulación, las fluctuaciones del mercado, las innovaciones disruptivas o las tensiones geopolíticas? Entender las expectativas de los grupos de interés —clientes, proveedores, inversores y la comunidad— también es indispensable para mapear el panorama completo de posibles amenazas y oportunidades.


Identificar para Actuar: Mapeando la Incertidumbre

Una vez establecido un contexto claro, el siguiente paso es la identificación de riesgos. Este proceso debe ser sistemático y proactivo, buscando responder a la pregunta: ¿Qué podría impedir, degradar, retrasar o potenciar el logro de nuestros objetivos?

La identificación no debe limitarse a los riesgos financieros o de cumplimiento. Es fundamental adoptar una visión holística que incluya riesgos operacionales (fallas en procesos, errores humanos), estratégicos (cambios en la demanda, nuevos competidores), tecnológicos (ciberataques, obsolescencia) y de reputación.

Para una identificación robusta se pueden emplear diversas técnicas, como:

  • Talleres y tormentas de ideas con equipos multidisciplinarios.
  • Análisis de escenarios y simulaciones del tipo "¿qué pasaría si...?".
  • Entrevistas con personal clave en todos los niveles de la organización.
  • Análisis de datos históricos de incidentes internos y del sector.

El objetivo es crear un registro de riesgos completo que servirá de base para el análisis y la evaluación, determinando la probabilidad de ocurrencia de cada riesgo y el impacto potencial que tendría en la organización.


La Respuesta Adecuada: Estrategias Frente al Riesgo

Con los riesgos identificados y evaluados, la organización debe decidir cómo responder. No todos los riesgos se tratan de la misma manera; la clave es seleccionar la estrategia más apropiada para cada uno. Las opciones, según la guía de ISO 31000, incluyen:

  • Evitar el riesgo: Decidir no iniciar o continuar con la actividad que genera el riesgo. Por ejemplo, no ingresar a un mercado políticamente inestable.
  • Mitigar el riesgo: Tomar medidas para reducir la probabilidad o el impacto del riesgo. Implementar nuevos controles de seguridad informática para reducir la exposición a ciberataques es un claro ejemplo.
  • Transferir el riesgo: Trasladar total o parcialmente el impacto financiero del riesgo a un tercero, como la contratación de una póliza de seguros.
  • Aceptar el riesgo: Asumir conscientemente el riesgo, generalmente porque el costo del tratamiento supera el beneficio potencial o porque el nivel de riesgo está dentro del apetito de la organización.

La elección de la respuesta adecuada debe ser una decisión informada, alineada con los objetivos estratégicos y respaldada por un análisis costo-beneficio. La gestión de riesgos es, en esencia, un ciclo continuo de monitoreo, revisión y comunicación, que asegura que la empresa no solo sobrevive a la incertidumbre, sino que prospera gracias a ella. En definitiva, conocer el negocio y sus riesgos no es una opción, es la brújula que guía a la organización hacia un futuro resiliente y exitoso.

La riesgos no deben administrarse como un juego de azar. RSM puede ayudarle a establecer las bases de un sistema para gestionar o administrar adecuadamente sus riesgos. 

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