Por Alfonso Elías Bornacini, Presidente del Consejo de Directores de RSM México

La crisis sanitaria que estamos viviendo desde hace casi dos años nos ha enseñado a todos el verdadero significado de la palabra “resiliencia”. Sin embargo, creo que los líderes de negocios en América Latina llevamos practicándola desde mucho antes del COVID-19.  Los cambios de las diferentes políticas económicas nos han acostumbrado a aprender a leer las señales del entorno y usar esa inteligencia para adaptar nuestras estrategias y proteger nuestros negocios.

De acuerdo al estudio “Resiliencia y Reinvención de los Emprendedores Latinoamericanos en el Contexto del Impacto Provocado por la Pandemia” publicado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo, “casi todos los encuestados pusieron en marcha acciones para hacer frente a la crisis. Algunos lo hicieron de manera netamente defensiva, en el contexto de la emergencia, buscando, por ejemplo, equilibrar la caja, o para poder seguir funcionando mediante el teletrabajo.

En cambio, otras compañías optaron por dar respuestas más proactivas, como el lanzamiento de nuevos productos e iniciativas, cambios en los procesos y en la tecnología e incluso en el mismo modelo de negocios”.

Como mexicano viví la primera gran crisis económica a los 12 años durante la presidencia de Luis Echeverría. Esto se produjo cuando las autoridades financieras terminaron con 22 años de paridad fija del peso frente al dólar ocurriendo una devaluación importante que naturalmente impactó la marcha de los negocios en esos tiempos. Desde entonces, en todos los momentos de crisis económica o financiera, que muchos de ustedes podrán recordar, después de la incertidumbre venía la toma de conciencia de los problemas y la creatividad ayudó a poner las soluciones en acción. Así aprendí como testigo en primer plano en la vida laboral de mi padre empresario que las crisis empiezan, pero también terminan. La gran diferencia a largo plazo es cómo decidimos afrontarlas.

Hace algunas semanas acompañé a mi amigo y colega, Rafa Bravo, Director de Proyectos Especiales de RSM México, a cumplir su sueño de cruzar los 20 Puentes de Manhattan en un nado de 48.5 kilómetros en poco más de nueve horas, sin parar. Sin pensarlo, él me dio uno de los ejemplos más grandes de resiliencia que me gustaría compartir con ustedes ya que aplica perfectamente para el mundo de los negocios.

Rafa me confesó que el desafío fue más difícil de lo que esperaba. Previo al nado se estimaba que realizaría el recorrido por toda la isla de Manhattan en ocho horas aproximadamente. Durante las primeras cinco todo parecía ir como lo habían planeado su kayakista y él. Solo quedaban tres horas por delante. Sin embargo, al entrar al Río Hudson el viento y el oleaje estaban muy fuertes. En ese momento, se dieron cuenta de que el ritmo de avance sería más lento y que en vez de tener 3 horas por delante, ahora serían cerca de 5. Adicionalmente Rafa ya presentaba un dolor muy fuerte en los hombros. “¿Y cómo lograste seguir adelante?”, le pregunté. “En mi mente pensé, ¿dejo que el mundo se me venga encima? ¡Claro que no!”, me contestó. Para sumarse a los solo 20 mexicanos que han logrado esta hazaña en la historia, Rafa optó por echar mano de todas las herramientas físicas y mentales que aprendió durante los ocho meses y 800 kilómetros de entrenamiento. Reunió la fuerza suficiente para atravesar el proceso de resiliencia en un periodo muy corto de tiempo: Shock, Conciencia, Toma de Acción y Transformación. Sin duda, una hoja de ruta clara para ser aplicada por los líderes de negocios para ayudar al éxito de sus proyectos e impulsarlos a crecer.

De acuerdo al estudio del Banco Interamericano de Desarrollo “un dato insoslayable es que los emprendedores que lograron llevar adelante los cambios propuestos manifestaron haber sufrido menos el impacto de la crisis. Por otra parte, una gran porción de los encuestados manifestó haberse apoyado en algún actor o institución del ecosistema emprendedor. En ese sentido, resulta interesante que los más vinculados con estos actores son los que registran menores impactos en términos de su actividad y sus indicadores de desempeño (ventas, flujo de fondos o empleo). Es decir que han logrado una mayor resiliencia”.

En los negocios como en la vida, la resiliencia es un proceso individual que se vive en comunidad. Se demuestra en la forma en que abordamos los problemas que surgen y manejamos las crisis, grandes y pequeñas. Es importante tener claro lo que queremos lograr y por qué y fortalecer nuestras capacidades, pedir ayuda, buscar la colaboración y nunca dejar de intentarlo.