Publicado en La Ley
El compliance o cumplimiento normativo es fundamental en las empresas debido al aumento de regulaciones. Este sistema no solo es obligatorio, sino que funciona como una ventaja competitiva y fomenta una cultura responsable dentro de las empresas. Marta Sánchez, directora de Risk Advisory Services (RAS), destaca la importancia estratégica del compliance en las organizaciones, señalando que el cumplimiento normativo ya no es solo una obligación legal, sino una necesidad clave para garantizar la sostenibilidad, la competitividad y la reputación empresarial.
El compliance, un sistema necesario para las empresas
La creciente regulación que pone en el ojo del huracán a los administradores y los directivos convierte el compliance o el cumplimiento normativo en algo no sólo obligatorio, sino necesario. Cada empresa tiene una cultura, una estructura y un entorno de riesgos diferente, y por lo tanto, la adaptación debe ser personalizada y alineada a la realidad.
Ser compliance es cumplir con las regulaciones que aplican, abarcando una amplia gama de ámbitos, desde la prevención del blanqueo de capitales, la corrupción y el soborno, hasta el cumplimiento de normativas de protección de datos, ciberseguridad, laborales, ambientales, fiscales o de competencia.
Pero no es simplemente cumplir la ley para evitar sanciones o daños reputacionales, sino integrar y fomentar una cultura ética y de integridad que impulse el comportamiento responsable en todos los niveles y que garantice la sostenibilidad a largo plazo. Para ello, el impulso desde las capas altas de la empresa, como el órgano de gobierno y/o la alta dirección es un pilar clave, debiendo ser los sponsors de la cultura de cumplimiento y predicando con el ejemplo. Orientar y adaptar el cambio hacia una cultura de cumplimiento requiere liderazgo, compromiso y, además, de un enfoque personalizado.
Contar con una cultura de cumplimiento reduce el riesgo de sanciones, mejora la eficiencia operativa y la transparencia, la competitividad, aumenta la confianza de inversores, clientes y proveedores y fortalece la reputación y credibilidad. Aunque a día de hoy hay sectores altamente regulados que ya tienen en su ADN impregnada una cultura de cumplimiento, aún siguen existiendo empresas que tienen esta tarea pendiente.
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