Publicado en Crónica Económica
En las últimas semanas, la Tasa Google ha vuelto al centro del tablero. Albert Sagués aborda en este artículo la creciente tensión comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, centrada en la imposición de aranceles y la aplicación de la tasa Google.
Destaca cómo esta medida, diseñada para gravar a las grandes tecnológicas, ha sido vista por la Administración Trump como una barrera al comercio digital, lo que ha incrementado las tensiones arancelarias.
Mantener la Tasa Google
No por sus cifras recaudatorias, ni siquiera por sus efectos inmediatos sobre las plataformas digitales, sino por su valor como símbolo en una partida geopolítica cada vez más tensa. La renovada ofensiva de la administración Trump contra los impuestos digitales unilaterales ha colocado a España ante una disyuntiva delicada: mantener la tasa hasta que se formalice el acuerdo multilateral de la OCDE, o retirarla como gesto político hacia EE. UU.
La posibilidad de una retirada anticipada del impuesto ha tomado fuerza. Aunque aún no se ha producido un movimiento oficial por parte del Gobierno, la presión diplomática es evidente y las conversaciones técnicas en Bruselas y París se han acelerado. A fecha de hoy, el margen de decisión sigue abierto, pero cada paso empieza a tener un precio político y fiscal más elevado.
Desde el punto de vista jurídico, España tiene plena capacidad para modificar o suprimir este tributo cuando lo considere oportuno. Se trata de un impuesto estatal, y no existe impedimento legal internacional que lo impida. Sin embargo, su retirada ahora, antes de que entre en vigor el nuevo marco global, debilitaría la posición de España en las negociaciones y trasladaría un mensaje de falta de compromiso con una fiscalidad más justa en la economía digital.
El acuerdo de la OCDE contempla que los impuestos digitales unilaterales desaparezcan cuando el nuevo sistema esté operativo. Hasta entonces, su mantenimiento es legítimo y compatible con los compromisos internacionales. Actuar con anticipación, por interés político o como respuesta a presiones externas, solo añadiría incertidumbre a un escenario ya complejo.
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