La supresión apresurada de la Golden Visa deja más preguntas que respuestas: familiares pendientes, consulados descoordinados y una transición poco clara. Pero España sigue ofreciendo vías sólidas de residencia. La figura del teletrabajador internacional emerge como alternativa real y actualizable.



Hubo un tiempo en que la Golden Visa -Residencia para inversores- simbolizaba una puerta de entrada ordenada: inversión contrastada, fondos lícitos, contribución fiscal y movilidad Schengen sin sobresaltos. Su final, sin embargo, no ha sido un cierre elegante, sino un frenazo brusco. El Gobierno optó por eliminarla sin armonizar criterios ni dotar de una guía transitoria homogénea. Resultado: Consulados que interpretan, a su manera, resoluciones dispares y un silencio administrativo que multiplica la incertidumbre.


¿Y mi familia qué?


En la firma hemos recibido una misma duda repetida hasta el cansancio: “¿y mi familia qué?” Quedan en el aire supuestos tan cotidianos como la incorporación de nuevos cónyuges o parejas, hijos nacidos fuera de España tras la concesión inicial, o familiares con resoluciones favorables de Consulados que hoy no cooperan en la emisión de visados. La transición se ha quedado a medio camino y la inseguridad jurídica, lejos de ser un tecnicismo, impacta proyectos vitales y patrimonios relevantes. 



Conviene preguntarse, con calma, si la Golden Visa era realmente el problema. No era un atajo, sino un filtro exigente. Exigía demostrar inversión, origen lícito del capital y cumplimiento fiscal. Eliminando una figura que estaba diseñada para atraer perfiles solventes, lo único que se logra es trasladar la presión a otras categorías menos preparadas para absorberla. El discurso de “cerrar una puerta” suena contundente, pero la práctica muestra que el sistema pierde una herramienta útil de control y atracción. 


Alternativa emergente: teletrabajadores internacionales


A pesar de todo, España no ha dejado de ser un país amigable con la inmigración regular. El marco normativo —perfectible, sí— sigue ofreciendo alternativas para talento, emprendedores, altamente cualificados y, especialmente ahora, teletrabajadores internacionales. La residencia para “nómadas digitales” no es un sucedáneo improvisado, sino un permiso alineado con la forma actual de trabajar: global, en remoto y digital.



Esta autorización permite residir en España mientras se prestan servicios a empresas o clientes extranjeros. Aporta seguridad desde el primer día, puede combinarse con un régimen fiscal atractivo en ciertos casos y convierte a España en base operativa de calidad: infraestructura, conectividad y un huso horario que facilita la conexión con América sin renunciar al mercado europeo. No obstante, no es un proceso automático: hay requisitos económicos, documentación técnica y coordinación interadministrativa que requieren experiencia. Ahí es donde nuestro acompañamiento es diferencial.



Del ladrillo al teclado: la Golden Visa impulsaba inversión patrimonial; el permiso de teletrabajo internacional promueve consumo recurrente, talento y economía del conocimiento. Son lógicas distintas que podrían convivir. Renunciar a una no debería implicar desatender la otra, pero, mientras tanto, toca optimizar lo que tenemos y presionar —con argumentos— para que los cambios normativos se hagan con transición, seguridad y coherencia. 



En RSM hemos lanzado el Digital Nomad Tour, un ciclo de sesiones —presenciales desde el origen y online— para explicar con casos reales cómo aprovechar la nueva normativa migratoria y fiscal. Queremos informar con rigor y acompañar estratégicamente: elegir la vía adecuada, preparar la documentación y anticipar el impacto tributario. 


¿Y ahora qué?


La pregunta del cierre es la del título: ¿y ahora qué? Ahora toca exigir claridad en la transición, reforzar vías existentes, apostar de verdad por la atracción y retención de talento, y coordinar a todas las administraciones implicadas. La Golden Visa se fue; el reto es que la movilidad internacional en España no quede definida por improvisaciones, sino por políticas serias y previsibles.
 

Autor: Juan Carlos Lois, socio del área de Movilidad Internacional