Carlos Cerdán y María José Abarca, socio y sénior respectivamente del equipo de ESG y Sostenibilidad, hablan sobre por qué la sostenibilidad ya no es una opción, sino un eje estratégico para empresas e inversores. Sin embargo, los ratings ESG, aunque cada vez más influyentes, pueden ser confusos y dar lugar a greenwashing. Aun así, bien utilizados se convierten en herramientas poderosas para orientar decisiones responsables y generar un impacto sostenible real.
La sostenibilidad se ha convertido en un eje estratégico para empresas, inversores y consumidores. Según el informe "Global ESG Survey 2023" de BNP Paribas, el 85 % de los gestores de activos ya integra criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en sus decisiones de inversión, y el 49 % sitúa la transición energética como su prioridad. En este contexto, los llamados ratings verdes han ganado protagonismo como herramienta para evaluar el compromiso de las empresas. Pero ¿hasta qué punto son fiables?
Falta de estandarización en las agencias ESG
Uno de los principales desafíos es la falta de estandarización. A diferencia de las agencias de crédito, que siguen marcos normativos homogéneos, las agencias ESG utilizan metodologías propias, con criterios, fuentes y ponderaciones distintas. Un estudio de MIT Sloan y la Universidad de Zúrich reveló que la correlación entre las puntuaciones ESG de distintas agencias es de solo 0,61, frente al 0,99 que existe entre las agencias de rating crediticio.
Esto significa que mientras las agencias de crédito coinciden casi siempre en la evaluación del riesgo financiero de una empresa, las ESG pueden ofrecer valoraciones muy dispares, dependiendo de si priorizan la huella de carbono, la diversidad, la gobernanza o el impacto social.
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