Semanario Búsqueda | Noviembre de 2017

Brindar productos y servicios de calidad, enfocarse en la necesidad de los clientes, anticiparse a los cambios y contar con una buena estrategia de mercado son factores que, sin duda, inciden en el éxito de las organizaciones. Pero nada de esto podría lograrse, si detrás de estos procesos, no existiera un grupo de individuos capaces de llevarlos adelante.

Si bien no es novedad que un equipo motivado y satisfecho tendrá impacto en el rendimiento y en los resultados de la organización, tampoco lo es que, la atracción y retención de los mejores talentos resulta un reto actual de difícil abordaje.

Desafíos como estos requieren que las empresas abandonen paradigmas tradicionales de gestión y medición del capital humano y desarrollen nuevas estrategias.

Aunque la fórmula de la felicidad depende de las expectativas de cada uno, existen ciertos factores que repercuten de manera directa en el bienestar de los empleados.

Una de las prácticas que está cambiando el enfoque es la descripción de cargos y tareas, donde tradicionalmente, han sido las empresas quienes, en primer lugar, diseñan los puestos de trabajo y, luego, los empleados se adaptan a dicho marco.

Esto resulta contraproducente ya que, aquellas habilidades y fortalezas que están “fuera del marco” podrían perderse y/o, porque pasado un período, las tareas podrían ser percibidas como rutinarias o tediosas para el empleado.

Frente a esto, desde hace algún tiempo, viene surgiendo una alternativa denominada Job Crafting o construcción del trabajo por parte de los colaboradores.  Es una práctica, a través de la cual, estos participan en la definición de su puesto, alineándolo a sus preferencias, habilidades, fortalezas, pasiones y objetivos.

Lo que busca es hacer partícipes a los trabajadores como co – creadores del trabajo que desean, lo que repercutirá positivamente en su productividad, eficacia, satisfacción y compromiso con la organización.

Si bien los factores externos influyen en cómo las personas se sienten respecto a su trabajo, los factores que a la larga resultan determinantes son los internos, como ser la percepción, actitud y significado que se le da al trabajo, entre otros.  

Por ello, esta técnica busca que las personas obtengan consciencia de su situación y sentir laboral, con el objetivo de identificar qué tareas las entusiasman, en qué son buenas, qué quieren hacer, cómo hacerlo, así como aquellas que les generan estados de insatisfacción o frustración.

Además de los beneficios ya mencionados, fomenta la proactividad y autonomía al depositar en las personas el poder del cambio, en vez de esperar a que sean sus jefes, compañeros, o la propia organización los que le brinden ese estado de bienestar que buscan.

Apunta a tres áreas de intervención: funcional, relacional y cognitiva. La primera está relacionada con los cambios en la forma, naturaleza, enfoque y/ o número de tareas que realizan las personas.  La segunda se vincula con las formas de crear, cambiar, mejorar o finalizar relaciones e interacciones laborales con jefes, colaboradores y pares, para potenciar el trabajo y alcanzar los objetivos propuestos; y por último, el área cognitiva, refiere a cómo las personas perciben su trabajo y qué valor dan a las tareas que lleva adelante.

¿Qué busca el Job Crafting? Aumentar los niveles de engagement, motivación y desempeño laboral de los empleados. ¿Para qué? Para que incidan positivamente en su entorno y realicen aportes valiosos a la organización.

El mundo está cambiando, y los colaboradores se han convertido en aliados estratégicos fundamentales para las organizaciones. Por lo que, buscar formas de alentar sus niveles de satisfacción y compromiso, será clave para las compañías que quieran mejorar y avanzar día a día.