Solemos escuchar que estamos en la cuarta revolución, basada en la convergencia de las tecnologías digitales en los sistemas productivos y la vida cotidiana. En paralelo, la sostenibilidad se ha abierto paso, en simbiosis con la digitalización, dentro de las estrategias y modelos de generación de valor de las empresas, así como en el comportamiento de la sociedad. Es decir, nos encontramos en una revolución del “cómo queremos hacer las cosas”, no solo desde la óptica de la mejora operativa a través de la tecnología (IA, bigdata, entre otros), sino desde la ética y la responsabilidad empresarial.
Si bien en los últimos años ha emergido una “contrarrevolución” con la aparición de gobiernos posicionados claramente en contra de la sostenibilidad que, unidos a las conclusiones sobre la reducción de la carga burocrática recogidas en el Informe Draghi, han frenado (no sabemos si parcial o totalmente) la normativa en sostenibilidad desarrollado en los últimos 5 años. Asimismo, se ha desarrollado en los últimos años múltiples normas para gestionar riesgos que no teníamos en el radar, tales como la integración de la IA, la ciberseguridad y la privacidad, entre otros.
¿Y a qué se debe este cambio de rumbo?
Si bien podríamos divagar en las múltiples causas: políticas, económicas, sociales; destacaría un punto en común: centramos nuestro modelo de negocio en el cortoplacismo y en el cumplimiento normativo, con un comportamiento reactivo frente a los riesgos. Esto hace que no veamos y aprovechemos las ventajas de gestionar más allá de los procesos y conceptos incluidos en el Business as usual.
Pero ¿por qué cambiar mi modelo de generación de valor si actualmente mi gestión funciona? La respuesta corta es: porque estás perdiendo oportunidades de mercado. La integración de la sostenibilidad en la estrategia y modelo de generación de valor, unido a un buen proceso de digitalización, genera resultados no solo en el medio y largo plazo, sino en el corto:
- Primero, mejora nuestra capacidad de posicionamiento en el mercado, donde cada vez más empresas y administraciones públicas incorporan criterios de sostenibilidad en sus procesos de contratación.
- Segundo, facilita la atracción de capital, en el que fondos e inversores continúan poniendo el foco en empresas más sostenibles y resilientes. Según el último informe de Spainsif, el 70% de los emisores consideran la gestión del cambio climático en sus procesos de selección.
- Tercero, ayuda a una mejora de la eficiencia operativa y ahorro de costes. La gestión de la sostenibilidad, unido a buenos sistemas de tratamiento de datos, facilita la identificación de riesgos, reduce la carga burocrática y ayuda en la toma de decisiones.
- Por último, pero no menos importante, la gestión de la sostenibilidad y el uso responsable y eficiente de herramientas digitales refuerza la percepción externa e interna de la empresa, mejorando la atracción y fidelización de empleados y clientes.
Los beneficios de integrar la sostenibilidad
Es en estos momentos, en un contexto incierto, cuando es más importante ir más allá de la visión cortoplacista para evaluar los beneficios de integrar la sostenibilidad y la digitalización en la estrategia de la organización y su modelo de negocio: resiliencia, atracción y fidelización de los grupos de interés, acceso a capital y, sobre todo, una gran oportunidad de mercado.
En plena Cuarta Revolución, la convergencia de tecnologías digitales (IA, big data, IoT, etc.) y la sostenibilidad está redefiniendo no solo el qué, sino el cómo hacemos negocios. Lejos de quedarse en meros imperativos regulatorios, la simbiosis entre digitalización y criterios ESG impulsa una revolución cultural basada en la ética y la responsabilidad. Aunque recientes vaivenes políticos —la “contrarrevolución” que busca aliviar cargas— han ralentizado parte del desarrollo normativo, quienes persigan un enfoque reactivo perderán oportunidades de mercado.
Integrar la sostenibilidad en la estrategia de negocio apoyándose en procesos digitales sólidos mejora el posicionamiento en licitaciones verdes, atrae capital de inversores ESG (el 70 % ya prioriza criterios climáticos), optimiza costes mediante mayor eficiencia y refuerza la reputación interna y externa. Así, digitalización y sostenibilidad se convierten en palancas simultáneas de crecimiento a corto, medio y largo plazo, transformando la obligación en ventaja competitiva.
Autor: Javier Cavero, mánager de ESG y Sostenibilidad