La flexibilidad horaria, la conciliación familiar, las oportunidades de formación o el reconocimiento profesional son elementos clave para favorecer el bienestar en el trabajo. Sin embargo, todos ellos deben apoyarse en una base imprescindible: un salario justo. Sin esta condición, el resto de medidas pierden fuerza y eficacia. Nuestro socio del área laboral, Nacho Hidalgo, analiza este equilibrio en un artículo publicado por Infobae.

 

Salario emocional: límites y riesgos

 

Desde la perspectiva jurídica, el concepto de salario emocional carece de definición legal, aunque muchos de sus elementos sí están regulados. Ignacio Hidalgo, socio de Derecho de laboral de RSM, aclara que “las políticas corporativas sobre trabajo a distancia, desconexión digital, flexibilidad horaria o conciliación forman parte de ese denominado salario emocional y tienen una regulación —más o menos acertada—, pero existente”.

 

Sin embargo, Hidalgo advierte que las empresas lo pueden utilizar como pretexto para evitar mejoras retributivas: “Las políticas de salario emocional no sustituyen ni deberían pretender sustituir a una mejora salarial real. Si se intenta que lo hagan, su efecto motivador desaparece”, sostiene.

 

Publicado en Infobae